Mal haríamos en enterrar artistas antes de tiempo. Y eso que todo apuntaba a que en 1972 Bo Diddley debía entenderse más como un nombre de leyenda que como un artista contemporáneo capaz de sorprender. Pero aún tenía algo que decir, y ese algo fue “Where It All Began”, el que para mí es su último gran disco. En plena trayectoria descendente, Diddley decidió mirarse al espejo y plantear una vuelta a los orígenes con la que, aparentemente, no tenía demasiado que perder. La jugada le salió bien si hablamos en términos artísticos, pues se trata de un disco absolutamente infravalorado. Y eso que tenía todos los elementos para dar que hablar, un retorno a las esencias salvaje y sin concesiones, al puro estilo Diddley, pero contando además con la tecnología a su favor, limpiando su sonido y capacitando a sus grabaciones para llegar al oyente manteniendo la llama del directo.

El resultado fue espectacular, porque no solo se logró mantener el blues-rock desatado de sus inicios, sino que además Diddley podía competir con la visión coetánea del funk de bandas punteras. En ese sentido ayudó, y mucho, la incorporación de coros femeninos y otras colaboraciones de peso como Johnny Otis o Shuggie Otis que, lejos debilitar la personalidad y presencia de Diddley, la refuerzan y actualizan en una explosión de fuerza y energía que rebosa vitalidad renovada. Pulcro pero indomesticable como ponerle traje y corbata a un indígena, ese es el nuevo Bo.

Desde sus primeras notas con “I’ve Had It Hard”, el disco explota y ya no hay quien lo pare. Al ritmo de los coros se anuncia su llegada (“Diddley Bo Diddeley Bo Diddley Bo Diddley”, cantan) como retazos innegociables de su supuesto o aparente carácter histriónico a los que, de hecho, terminará por hacer una referencia directa con el título Bo Diddley-itis. Le sigue “Woman”, un tema que engancha y aturde a partes iguales: ¿Escuchó Tom Verlaine este disco antes de empezar a grabar el debut de Television?

Pero lo mejor de todo aún está por llegar, en primer lugar con “Bad Trip”, de título acertadísimo, un brutal tema de blues-funk de una agresividad demoledora y con aires lisérgicos, y en segundo lugar, con la ya mencionada Bo Diddley-Itis, otro tema desatado que parece pensado para rasgarse la camisa y cantar a grito pelado en una orgía de blues improvisado. Diddley nos anima desde el altavoz del salón a cantar y bailar con él, y no te vas a poder resistir. Entre medio quedan otras joyas como “Infatuation”, “Look At Grangma” y “A Good Thing”, pero es que el nivel de este disco es muy, muy alto.

Lo siento amigos, pero otro que no está en Spotify:

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